Nuestro Vivero
Contamos con unas amplias instalaciones compuestas de 4 piscinas donde guardamos nuestro producto en optimas condiciones de salinidad y temperatura del agua
Las aguas del Cantábrico, una mar batida, con temperaturas bajas y con un plancton muy rico y unos fondos que requieren el esfuerzo ‘muscular’ de los crustáceos para alimentarse, dan como resultado unos centollos que son únicos en su morfología y sabor. Lo mismo ocurre con la langosta y el bugre o bogavante, y con los pescados de roca, también únicos, como el cabracho y los salmonetes. También se aferran en las rocas otros tesoros gastronómicos son les llámpares o lapas y los percebes.
Las aguas del Cantábrico, una mar batida, con temperaturas bajas y con un plancton muy rico y unos fondos que requieren el esfuerzo ‘muscular’ de los crustáceos para alimentarse, dan como resultado unos centollos que son únicos en su morfología y sabor. Lo mismo ocurre con la langosta y el bugre o bogavante, y con los pescados de roca, también únicos, como el cabracho y los salmonetes. También se aferran en las rocas otros tesoros gastronómicos son les llámpares o lapas y los percebes.
Las aguas del Cantábrico, una mar batida, con temperaturas bajas y con un plancton muy rico y unos fondos que requieren el esfuerzo ‘muscular’ de los crustáceos para alimentarse, dan como resultado unos centollos que son únicos en su morfología y sabor. Lo mismo ocurre con la langosta y el bugre o bogavante, y con los pescados de roca, también únicos, como el cabracho y los salmonetes.